La humedad de la realidad
El concepto de “caudillos”
encierra un supuesto masculino dentro de la misma palabra, la idea hetero-normativa
de congregar al sexo masculino como un poder magnífico que es capaz de derrocar
ejércitos en actos de combate, destaca ampliamente su presencia, dejando atrás,
o poniendo en un plano divergente a la figura femenina.
La presencia femenina es mínima
dentro de la historia de la batalla, además de ser casi nula en el terreno de
guerra. La figura masculina, dominante por creencias acordes al tiempo de los
hechos, es elevada al grado de “héroe” pero ¿Dónde quedan las heroínas?
Existieron figuras femeninas que
no se catalogan como heroínas, como es el caso de “las rieleras” quienes
acompañaban a sus esposos y a sus hijos a las batallas y los proveían de
alimentos, mientras ellos peleaban, o el caso de las amas de casa que se
quedaban a cuidar a los niños mientras los hijos más grandes y los esposos
estaban en batalla.
La pieza que se presenta va
dedicada a estas heroínas que mostraron su apoyo incondicional, su fidelidad y
su instinto al arriesgar su integridad y su vida.
Se trata de una representación
fotográfica que muestra dos órganos reproductores femeninos expuestos, lo cual
permite mostrar abiertamente el sexo. Uno de ellos cuenta con un sombrero
colocado en el monte de Venus y una cinta a manera de carrilleras en ambas
vaginas. La posición implica un carácter lésbico pero refiere a la idea de
poder y de subyugación por parte de las mujeres.
El sombrero distingue a una
figura que se consideraría masculina pero al tratarse de una vagina, le da peso
al sexo femenino, a la esposa, a la madre, a la mujer que nos cambia o nos da
la vida e incluso a la que nos la quita.
Las mujeres han participado en
todo tipo de acontecimientos, es por eso que es necesario tomarles en cuenta,
sobre todo en los días en que se cree que los hombres son los protagonistas de
la historia de la humanidad, cuando siempre se ha necesitado de la mujer para
que dicha humanidad prevalezca.
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